miércoles, 31 de agosto de 2011

LA MORGUE


-Doctora Foch, la esperan en la morgue, estamos llenos de "clientes".

Se dirige presurosa con su maletín de médico en las manos, debajo de la bata blanca se alcanza a ver una silueta perfecta de mujer, tiene hermosas piernas calzadas en altos tacos que le dan a su figura una esbeltez de elegancia y glamourt; su cintura es estrecha, pareciese que se quiebra bajo el nudo de la bata... lleva su melena suelta como leona en busca de pareja, es toda coqueta...luce una mujer frágil y delicada que no mata ni una mosca.

Llega a la morgue, abre los congeladores con una frialdad más helada que la nevera donde almacenan los muertos... toma un cadáver y lo despacha, no sin antes llenar los papeles de rutina, levantándole su acta de defunción. Está impasible, nada la espanta, ya está acostumbrada a eso, son tantos los difuntos que pasan por sus manos y... por algo más que las manos.

Alcanza a ver sobre una camilla de preparación a un muerto, bueno... lo que se considera a un occiso, ya que aquella sala está destinada a los "muertoritas", así se le llama a los conductores de vehículos de motocicletas, los motoristas, por que uno los ve transitando como si fueran Alan Prost el de la Fórmula 1 y al momento son unos muertos seguros, que "ahorita" se encontrarán fallecidos, de ahí el célebre "Muertoritas". Ella, la doctora..alcanza a ver que el cuerpo hace un ligero movimiento sobre la camilla, corre enseguida para darle los primeros auxilios... unos ojos suplicantes se clavan en su mirada, trata de balbucear palabras que no alcanza a dirigir, está lleno de sangre, no tiene ni un solo hueso bueno, todo está roto en él menos...el "sinhueso", ya ella se encargó de chequiárselo... ¡Qué dicha la del tipo! por no tener hueso ahí este quedó intacto, como si estuviera nuevo.

El joven sigue su mirada clavada en ella, en espera de su ayuda, la doctora, saca una jeringa y la llena de un líquido con un olor a agrio..picante, es formol.
ella se detiene frente a el herido que está más mal que bien... y lo acaricia y al hacerlo, ella gesticula con su lengua saboriándose la boca, al fín, a este puede aprovecharlo caliente, se ha tirado tantos hombres fríos que vale la pena variar con un reciente a muerto, son regalos que uno no se encuentra siempre en la vida.
Manipula el miembro viril hasta llevarlo a su máxima expresión de levantamiento.
¡Al fín mío..todo mío!! alcanza la doctora a decir, lo inyecta y seguido lo toma para sí, lo disfruta, lo saborea... lo degusta, siente el calor de su cuerpo y las vibraciones de estertores de aquel propecto a muerto, mientras ese formol recorre sus venas, son mayores los estremecimientos del cuerpo, parece un caballo picado por una espuela y ella... ella lo trotea..lo monta, ya no parece doctora sino una jinete diestra sobre su montura...¡Ahhhhh cómo lo goza y lo goza!!!.
Él... lanza su último suspiro a la vida y al hacerlo, lanza con furia el chorro lechoso que aún le quedaba, no puede negar que hasta en su último momento lo disfrutó, ahí está la constancia de que el hombre fué bueno y provechoso en vida y en la muerte.

Ella, despues de saciar su apetito feroz, se acoteja la falda y el rostro, alcanza a oir una voz que dice:
-Doctora Foch, ahí le van dos muertitos más... arréglelos!!!

Sonríe, con la sonrisa más angelical que refleja su rostro.

De mi producción:
"HAY QUE APROVECHARLOS CALIENTES"


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